lunes, 9 de febrero de 2009

ANÁLISIS DE JAMES PETRAS.

Israel reafirma su supremacía en Oriente Próximo, de Gaza a Teherán.

James Petras
Rebelión

Traducido por Sinfo Fernández y S. Seguí. Revisado por Caty R.
«¡Las fuerzas de defensa israelíes son el ejército más moral del mundo!»

(Primer Ministro israelí Ehud Olmert)



Introducción

La Italia fascista y la Alemania nazi bombardearon, invadieron y se anexionaron países y territorios como preludio de su búsqueda del Imperio Mundial. La deriva de Israel en su lucha por el dominio regional ha ido siguiendo sus huellas e imitando su estilo: Bombardeos indiscriminados aéreos de civiles e instalaciones militares, encarnizada guerra relámpago a base de vehículos blindados, desprecio y repudio de todas las críticas de las agencias internacionales, y todo ello acompañado de una abierta concentración militar a fin de desplegar una nueva guerra más intensa contra Irán. Igual que el liderazgo nazi, que se sirvió de la «amenaza bolchevique», el alto mando israelí ha puesto en marcha una inmensa campaña de propaganda a escala mundial, dirigida por su red sionista universal, agitando el espantajo del «terror islámico» para justificar sus preparativos de un ataque militar contra setenta y cuatro millones de iraníes. Igual que la Alemania nazi, Israel ha interpretado la pasividad, simpatía e impotencia de Occidente valorando «los hechos sobre el terreno» como licencia para la agresión; la maquinaria del ejército israelí está recibiendo un impulso poderoso para emprender nuevas guerras por la inacción y flácida respuesta de los gobiernos occidentales ante su invasión del Líbano, ante el bombardeo llevado a cabo en Siria y ahora ante su conquista de Gaza con bombardeos aéreos al estilo nazi. Para el alto mando israelí, la impotencia y complicidad de los Estados occidentales marca el camino de guerras mayores y más sangrientas que establezcan la supremacía y el dominio de Israel en Oriente Próximo, desde el Mar Rojo hasta el Golfo Pérsico.

El bombardeo de Gaza: Ensayo general para un ataque contra Irán.

La victoria militar de Israel en Gaza es un ensayo general para un ataque militar a escala total contra Irán. En el curso de su campaña de exterminio en Gaza, los estrategas políticos y militares israelíes consiguieron gran cantidad de información vital sobre: 1) los niveles de complicidad e impotencia de Europa, Estados Unidos y los Estados árabes; 2) el alto nivel y profundidad del apoyo político y material que pueden esperar del gobierno de Estados Unidos para poder pulverizar a sus adversarios; 3) el alto grado de apoyo interno del electorado judío, incluso en los aspectos más brutales de la matanza; 4) el incuestionable y masivo apoyo a una guerra ofensiva hasta en los aspectos más despiadadamente criminales; 4) el apoyo masivo e incuestionable a una guerra ofensiva desde todas las organizaciones judías sionistas más influyentes políticamente y más acaudaladas en EEUU y Europa occidental; 5) la debilidad e ineficacia de las Naciones Unidas y la incapacidad de toda la serie de organizaciones humanitarias para frenar la campaña de exterminio de Israel dirigida a destruir la existencia misma de todo un pueblo; 6) el apoyo incondicional de todos los medios de comunicación y agencias de noticias en EEUU, en la mayoría de los medios de Europa y en el resto del mundo; 7) la buena disposición de los críticos liberales a culpar de la violencia, por igual, a las víctimas del exterminio y a los exterminadores, neutralizando así cualquier condena consecuente y eficaz al Estado israelí; y 8) la asunción por prácticamente todos los periodistas, escritores, académicos y políticos de todo del eufemístico vocabulario de la oficina de propaganda israelí.

Por ejemplo, una guerra total sostenida se denomina «incursión». Diez mil ataques aéreos de cientos de helicópteros y cazabombarderos israelíes se asimilaron, en cuanto al término «violencia», con los esporádicos e inofensivos ataques de los cohetes caseros de Hamás. Los ataques israelíes contra miles de hogares civiles, hospitales e infraestructuras básicas se calificaron como objetivos «terroristas». Los combatientes de la resistencia se etiquetaron de «terroristas de Hamás». El bombardeo de la Cruz Roja, las instalaciones de asistencia humanitaria de las Naciones Unidas, hospitales y mezquitas se llamaron «errores» o se justificaron porque eran «lugares desde donde los terroristas de Hamás lanzaban cohetes».
Los dirigentes políticos de Israel han aprendido una lección de su pequeña guerra sucia: que puedan destruir totalmente una nación, aniquilar a una sociedad y asesinar y herir a 7.000 civiles con total impunidad. Los dirigentes israelíes han comprendido que pueden desencadenar una guerra ofensiva genocida sin sufrir grandes destrozos en sus relaciones diplomáticas (excepto en los casos de Mauritania, Qatar, Bolivia y Venezuela). Los israelíes han comprobado la lealtad y sumisión de los principales regímenes árabes en la región y se han asegurado la cooperación y aquiescencia de Egipto, la Autoridad Palestina, Jordania y Arabia Saudí. Los dirigentes militares-civiles israelíes calculan que con este alto grado de complicidad gubernamental, combinado con el apoyo de todos los dirigentes sionistas importantes y los magnates de los medios de comunicación, pueden rechazar incluso las protestas callejeras a gran escala, los llamamientos al boicot y las denuncias de las Naciones Unidas. Los dirigentes israelíes saben que las críticas de los líderes religiosos importantes y del creciente número de disidentes, intelectuales críticos y activistas judíos, no tendrán impacto ni consecuencias sobre los gobiernos occidentales ni reducirán el fervor y lealtad de las principales organizaciones judías.

Amenazas invisibles e impunidad descarada


Las dos potenciales amenazas para las guerras ofensivas genocidas de Israel, es decir, los boicots económicos por parte del comercio e inversión de países importantes y el recorte de la ayuda militar no han llegado a materializarse. En Estados Unidos, las principales organizaciones sionistas se aseguraron de que la cuestión del boicot ni siquiera apareciera en las ramas del ejecutivo y el legislativo. En EEUU, el AIPAC [Comité de Asuntos Públicos EEUU-Israel] escribió resoluciones y se aseguró la aprobación casi unánime (100% en el Senado, 90% en el Congreso) de una resolución dictada por el AIPAC que endosaba la invasión y carnicería israelíes. Además, los sionistas que colonizan el Pentágono consiguieron que se autorizaran nuevos envíos masivos de misiles y bombas de casi 500 kilos para reabastecer a Israel en medio de sus masacres de palestinos. Los dirigentes de Israel se regodearon con el hecho de que el control de los grupos de presión sionistas judíos sobre la política estadounidense seguía siendo incontestable por parte de los antibelicistas. Pocos, si es que hubo alguno, de los manifestantes de todo el mundo identificaron y denunciaron el papel de las organizaciones sionistas en sus propios países a la hora de conformar la política europea, canadiense y estadounidense en relación con Oriente Próximo.
Nada ejemplifica mejor la total y ciega subordinación de las 51 Organizaciones Judías Estadounidenses Más Importantes (véase anexo 1 al final) a los objetivos de la política exterior israelí que dos incidentes ocurridos durante el genocidio de Gaza. Cuando las «51» se dieron cuenta de que la Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, estaba trabajando para sacar adelante una resolución del Consejo de Seguridad que pedía un alto el fuego en Gaza que detuviera el genocidio israelí, las organizaciones judías importantes movilizaron a todos sus miembros para que se opusieran. Como informa la revista semanal judía Forward: «Durante una teleconferencia celebrada el 5 de enero de 2009 con activistas judíos, Malcolm Hoenlein, vicepresidente ejecutivo de la Conferencia de Presidentes de las Organizaciones Judías Estadounidenses Más Importantes, concedió una prioridad especial a que se impidiera que la entidad internacional adoptara una posición sobre la cuestión de Gaza. ‘Necesitamos trabajar duro para asegurarnos de que el Consejo de Seguridad no apruebe la resolución, dijo Hoenlein’». (Forward, 15 de enero de 2009).


El segundo ejemplo de la creencia sionista en la supremacía israelí sobre la política estadounidense en Oriente Próximo y el servilismo presidencial se produjo con la respuesta a los alardes del Primer Ministro israelí Olmert de que había conseguido dictar la política de la Casa Blanca e imponerla en las Naciones Unidas. Según Forward: «El Primer Ministro israelí, Ehud Olmert, no hizo nada equivocado pero debería haber tenido la boca cerrada. Esa fue la reacción de varios dirigentes judíos… ‘No tengo ningún problema por lo que hizo Olmert’, dijo Abraham Forman, Director Nacional de la Liga Anti-Difamación». (Forward, 15 de enero de 2009). El ex jefe de los lobbys del AIPAC, Douglas Bloomfield, afirmó que él (un ciudadano estadounidense) no tenía ningún problema porque Israel dictara las políticas estadounidenses pero «es un error hablar de ello». (Forward, 15 de enero de 2009). Al hablar del poder de Israel en Washington, se revela el papel de la Configuración del Poder Sionista a la hora de decidir las políticas estadounidenses.


Esos ejemplos demuestran, una vez más, los vínculos indivisibles entre Israel y la Quinta Columna Sionista estadounidense y su poder en la elaboración de la política de EEUU, aunque se trate incluso de apoyar un genocidio. Estos casos ilustran también el hecho de que las organizaciones judías estadounidenses más importantes no tolerarán ni la menor desviación de la Casa Blanca de ninguna de las políticas de Israel, aunque impliquen asesinatos masivos. No fue suficiente con que durante ocho años el Presidente Bush siguiera servilmente y financiara la maquinaria bélica israelí: Para los dirigentes judíos estadounidenses tiene que ser una sumisión al cien por cien y hasta su último día en el poder. Como escribe Forward: «Esas duras palabras de Israel y de los grupos judíos… sirven de mensaje para las administraciones entrantes (Obama)…» (ibid).


Además de apoderarse de los puestos de poder político, una de las prioridades de todas las organizaciones judías sionistas importantes en EEUU es llevar a cabo labores de propaganda, apología y manipulación de historias en nombre de Israel. Incluso frente a los más flagrantes crímenes de Israel contra los palestinos, condenados por la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Cruz Roja Internacional y todos los grupos humanitarios, las principales instituciones religiosas y lobbys judíos estadounidenses han demostrado su lealtad hacia el estado de Israel. El modus operandi, según aparece documentado en sus memorandos internos, es dominar los medios de comunicación mediante toda una maquinaria –editores, «expertos», académicos y periodistas pro sionistas- que elabora y transmite justificaciones y apologías para los crímenes de guerra israelíes (repitiendo como loros la línea argumental del Estado israelí) en los medios de comunicación. Los propagandistas sionistas hacen circular después los artículos producidos por sus colegas dando la impresión de que gozan de un amplio apoyo público cuando en realidad no hacen sino reproducir la elaborada propaganda sionista-israelí. El estilo y sustancia de la operación de propaganda sionista es evidente en su defensa del baño de sangre perpetrado en Gaza por Israel. El estilo es el de la Gran Mentira, reminiscencia de los regímenes totalitarios. Merece la pena poner unos cuantos ejemplos de los principales portavoces de los 51 Presidentes de las Organizaciones Judías Estadounidenses Más Importantes (PMAJO):


Negación de los crímenes de guerra israelíes y fabricación de relatos minimizando las matanzas del Estado judío. The Daily Alert (22 de enero de 2009) afirmaba que Israel había matado sólo a 600 palestinos y que «la mayoría eran combatientes». The Daily Alert negaba en su página los informes de importantes activistas por los derechos humanos, de funcionarios de la Cruz Roja, de doctores internacionales y palestinos y trabajadores médicos y periodistas, que arriesgaron sus vidas (y algunos murieron) para documentar las casi 1.400 muertes, de las que alrededor de dos tercios eran niños y mujeres, no combatientes.


Repetición de la propaganda israelí que justificaba el bombardeo de escuelas dirigidas por las Naciones Unidas afirmando que en ellas se habían «infiltrado terroristas palestinos» entre los miles de refugiados (The Daily Alert, 22 de enero de 2009). No había ni un solo combatiente de la resistencia armada entre los 40 cadáveres que los trabajadores de Naciones Unidas, la Cruz Roja Internacional y los equipos médicos palestinos recuperaron de entre los escombros en la escuela de enseñanza primaria para niñas; todos eran niños, profesores y refugiados. Todas las organizaciones y las personas testigos de los hechos rechazan la apología sionista-estadounidense del bombardeo israelí de la escuela, incluida la Unión Europea. La manipulación más estrafalaria impresa en el Daily Alert es un titular en el que se leía: «Hamás dispara desde las barriadas de civiles», sobre un artículo de Rod Nordlan en Newsweek en el que, en realidad, se informa de todo lo contrario: «Todos los residentes entrevistados en la zona oriental de Yabalia insistieron en que no había habido ninguna provocación desde la zona, ni combatientes de la resistencia ni lanzamiento de cohetes».


La tercera mentira es truculenta: «Israel está haciendo todo lo posible para ayudar a los habitantes de Gaza» (Daily Alert, 16 de enero de 2009). En realidad, Israel impidió que pudiera entrar en Gaza cualquier medicina y equipamiento sanitario, bombardeó hospitales, disparó contra ambulancias, asesinó a médicos y trabajadores de la ayuda médica y bloqueó la entrada de todos los envíos de agua, alimentos y combustible. Los israelíes bombardearon el principal almacén de suministros médicos y alimentarios de las Naciones Unidas destruyendo todos los depósitos. Los sionistas estadounidenses defendieron este bombardeo citando el sangriento libelo de Olmert que alegaba que la destrucción de miles de toneladas de alimentos fue en «respuesta a los disparos que se hacían desde el edificio». El Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, se escandalizó por esa mentira descarada cuando visitó el almacén de las Naciones Unidas, que todavía seguía ardiendo, para ver la destrucción mientras la Secretaria de Estado de EEUU, Rice, se arrastraba ante los israelíes mendigándoles que «evitaran repetir esos incidentes». (Daily Alert, 16 de enero de 2009).


«Salvar Gaza destruyendo el corazón del terror» (Daily Alert, 16 de enero de 2009). La hoja de propaganda judía reproduce un artículo del ultranacionalista Natan Sharansky, que aboga por expulsar a todos los árabes palestinos del «Gran Israel». En un artículo publicado en Bloomberg, Sharansky defendía la destrucción de 10.000 casas, los daños a 40.000 hogares, carreteras, hospitales, centrales eléctricas, instalaciones de agua, alcantarillas, 121 talleres comerciales y pequeñas industrias, 30 mezquitas, 29 instituciones educativas, granjas, aves de corral, vacas, pequeños barcos de pesca y el puerto pesquero (según el Centro Palestino para los Derechos Humanos y la cita aparecida en el ensayo de Stephen Lendman del 25 de enero de 2009: «Israel acabó con todo menos con la voluntad de resistir».


La quinta Gran Mentira: «Piloto israelí trata de evitar alcanzar a civiles», (Daily Alert, 14 de enero de 2009).

Las fotos publicadas en todos los medios de comunicación internacionales refutan esa afirmación de la propaganda sionista. Las ruinas fantasmales de edificios completos de apartamentos parecen haber sufrido un ataque nuclear o un terremoto, según los reporteros de la BBC que finalmente pudieron entrar en Gaza. Numerosos representantes parlamentarios europeos y otros visitantes del lugar de todo el mundo se quedaron conmocionados a la vista de la devastación. No sólo los pilotos israelíes habían lanzado sus bombas contra objetivos civiles, sino que además sus tropas de infantería asesinaron a civiles desarmados que mostraban banderas blancas y en algunos casos incluso mataron a niños pequeños que intentaban huir. Niños palestinos que lograron sobrevivir relataron cómo sus padres habían sido ejecutados delante de sus familias.


La Gran Mentira, promovida por las principales organizaciones sionistas, resuena desde los púlpitos rabínicos dirigida a sus miembros y más allá: Los sondeos telefónicos informales con miembros normales de los grupos sionistas locales se hacen eco, casi al pie de la letra, de las mismas mentiras y apologías. En una palabra, ni los hechos, ni los informes, ni la condena universal, ni los desafíos de rabinos disidentes, de notables, activistas y escritores judíos han hecho mella en las organizaciones judías principales y sus agentes en puestos influyentes en la nueva administración Obama. Son los cómplices bien dispuestos de los asesinatos masivos en Gaza. Son los promotores activos de los ataques aéreos preventivos contra Irán. Disculparán incondicionalmente cualquier crimen contra la humanidad que cometa Israel. Sus apologistas académicos en Harvard defienden el genocidio israelí como parte de una «guerra justa». Frente a la condena mundial, siguen citando el Holocausto y proclamando que ellos y su Estado son el único Pueblo Moral con derecho a decidir y juzgar lo que es justo y lo que es la Verdad Sagrada.
Los dirigentes israelíes son perfectamente conscientes de la carta blanca con la que opera su «Quinta Columna», incluyendo su importante papel en la defensa del genocidio. Los dirigentes israelíes se aseguran de que incluso aunque lancen una guerra mayor, más audaz y más destructiva (incluida la posibilidad de un ataque nuclear preventivo) contra Irán o Siria/Líbano, pueden contar con el millón de miembros de los lobbies sionistas estadounidenses para asegurarse el apoyo de la Casa Blanca y del Congreso. Ahora, a los dirigentes israelíes les consta que el movimiento antibelicista volverá a protestar, sin consecuencias, contra las «sombras del poder» y no contra quienes detentan realmente el poder, empotrados en la Configuración del Poder Sionista.


Gaza:

Probando el sometimiento de la Casa Blanca y del Congreso estadounidense
Al arrasar Gaza con una brutalidad extrema, Israel está probando el apoyo estadounidense para más guerras ofensivas. Gaza ha permitido que los dirigentes judíos midan la profundidad y alcance de la influencia política sionista estadounidense y su disposición a «llegar hasta el final» cuando Israel decida bombardear a setenta y cuatro millones de iraníes, devolviéndoles a la edad de piedra. O, como sugirió el famoso historiador sionista israelí, Benny Morris, en el New York Times el 18 de julio de 2008, convertir a Irán «en un vertedero nuclear».
La jactancia pública del Primer Ministro Olmert de que había sacado al Presidente Bush del estrado de una aparición pública oficial y le había ordenado con total éxito que instruyera a la Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, para que se abstuviera de votar en la resolución que ella misma había preparado pidiendo un alto el fuego en Gaza ante el Consejo de Seguridad, tiene muchos y profundos significados. Al nivel más obvio, la revelación de Olmert confirma el poder de los dirigentes israelíes sobre la Casa Blanca. En segundo lugar, la naturaleza pública del ejercicio del poder, le dice al mundo que Israel puede alardear abiertamente de su capacidad para humillar y ridiculizar al Presidente de Estados Unidos y jactarse después ante los oficiales israelíes de que no habría consecuencias adversas. Tercero, nos dice que Israel tiene más voz y voto en la política exterior estadounidense que la misma Secretaria de Estado de EEUU (o ministra de Asuntos Exteriores). Cuarto, nos dice que Israel es quien decide cómo debe comportarse, votar, vetar y abstenerse EEUU en el Consejo de Seguridad, siempre sometido a la aprobación israelí.

Israel, la Quinta Columna sionista e Irán


Israel despliega su poder en Oriente Próximo por medio de su armamento militar. Sus amenazas repetidas y sus ataques aéreos y terrestres contra países vecinos es una estrategia deliberada para afirmar su supremacía regional. En los últimos años, el poder regional de Israel ha aumentado por la acción de la Configuración del Poder Sionista en EEUU y Canadá, que utilizan los ejércitos de sus propios países para destruir a cualquier país que se atreva a contestar la supremacía militar israelí. Un caso clásico lo constituyeron los preliminares de la invasión estadounidense de Iraq y la subsiguiente ocupación, en la cual los partidarios de siempre de «Ante Todo Israel» en el gobierno estadounidense jugaron un papel mortífero fundamental promoviendo la guerra.


Desde los últimos años de la década de 1980 hasta la actualidad, la Configuración del Poder Sionista en EEUU ha estado al frente de una campaña que promueve la confrontación del ejército estadounidense con Irán en colaboración con Israel. Los objetivos militares sionistas adquirieron una velocidad tremenda durante los ocho años de la administración Bush. La Configuración del Poder Sionista montó una inmisericorde campaña de propaganda en los medios de comunicación para satanizar a Irán, inventando y diseminando historias falsas de sus programas nucleares, infiltrándose y ocupando puestos clave en el Departamento del Tesoro estadounidense (dirigido por Stuart Levey), machacando agresivamente a otros gobiernos, industrias, bancos e inversores para que boicoteen a Irán. Los funcionarios sionistas del Departamento del Tesoro confían en estrangular y debilitar la economía de Irán, y de esta formar desgastarla, de cara a un ataque militar. Ninguna otra fuerza individual o combinada en Estados Unidos ni en ningún otro lugar del mundo (excepto Israel) ha jugado un papel tan grande a la hora de promover una guerra ofensiva contra Irán como los políticos y funcionarios sionistas en el gobierno estadounidense. A tal fin recibieron la ayuda y el amparo de los lobbies judíos, de los centros de propaganda sionistas, de multimillonarios y de cientos de organizaciones de la comunidad judía.
Las organizaciones religiosas judías más importantes juegan un papel muy influyente como canales de transmisión de la propaganda israelí y son una fuerza importante dentro de las principales organizaciones paraguas sionistas (por ejemplo, la Conferencia de Presidentes de las Organizaciones Judías Estadounidenses Más Importantes o CPMAJO). Una quinta parte de la Conferencia (Véase anexo 1 para tener la lista completa) se compone de organizaciones clericales-sionistas cuya misión principal es promover los objetivos israelíes a través de una intervención directa, a todos los niveles, en las políticas estadounidenses. Un memorando de un grupo, la Sinagoga Unida del Judaísmo Conservador, publicado el 3 de enero de 2009, esboza una estrategia detallada en defensa de la masacre perpetrada por Israel en Gaza: «Todas las congregaciones deberían publicar un comunicado en apoyo de Israel. Solicitar comunicados de las autoridades en la ciudad, estado o provincia, o a nivel federal. Solicitar comunicados de importantes personalidades locales religiosas, étnicas o de otro carácter. Controlar y responder a la cobertura de los medios. En la medida de lo posible, reclutar a funcionarios públicos no judíos y a portavoces importantes para demostrar que apoyan a Israel». A continuación, el memorando propone una serie de «puntos de conversación sobre la situación en la Franja de Gaza» que repite al pie de la letra las mismas mentiras de la propaganda del alto mando político militar israelí: Afirma las intenciones pacíficas de Israel, culpa a Hamás de ser el agresor y proclama que «Israel, como siempre, está haciendo todo lo que puede para limitar las víctimas civiles en Gaza». Los clérigos judíos en las Sinagogas Unidas dirán a sus fervientes feligreses que ignoren las más de 5.000 víctimas civiles y los 1.300 muertos, de los cuales las tres cuartas partes son mujeres, niños y civiles desarmados, los sesenta colegios y las decenas de miles de casas y las docenas de mezquitas demolidas, las condenas por crímenes de guerra por parte de las Naciones Unidas, la Cruz Roja y todos los grupos israelíes y palestinos por los derechos humanos.
El documento estratégico publicado por los judíos conservadores religiosos es muy parecido al emitido por toda la red de 51 grupos laicos y religiosos afiliados con los «Presidentes». Esto subraya la forma en que una minoría bien financiada y altamente disciplinada toma y multiplica su poder más allá de sus propios miembros, «apalancando» a los gentiles influyentes, a los medios de comunicación a todos los niveles y a las personalidades públicas, conformando un monstruo poderoso en defensa ahora del genocidio israelí en Gaza, y mañana en defensa de una guerra contra Irán.


La amenaza del ejército israelí a Irán

Israel, al contrario de lo que piensan algunos izquierdistas escépticos, tenía planes operativos avanzados para lanzar un ataque aéreo masivo contra Irán. En diversas ocasiones del pasado reciente, Israel ha planificado varios ataques aéreos contra Irán, que sólo fueron desbaratados por la Casa Blanca de Bush. El estado judío ha anunciado públicamente que atacará unilateralmente a Irán si éste sigue adelante con su derecho legal, internacionalmente reconocido, a enriquecer uranio. El más probable ganador en estas elecciones nacionales de febrero, Benjamín Netanyahu, ha declarado en público que un ataque militar contra Irán constituye la parte prioritaria de su agenda, un mensaje que ha activado a todas las organizaciones importantes judías-sionistas en EEUU para redoblar sus esfuerzos en aras de asegurar la conformidad, apoyo y activa colaboración estadounidense. El 7 de enero de 2009, The London Sunday Times, citando varias fuentes de alto nivel del ejército israelí, informaba de que: «Israel ha elaborado planes secretos para destruir las instalaciones de enriquecimiento de uranio de Irán con armas tácticas nucleares. Dos escuadrones del ejército del aire israelí entrenándose para hacer explotar una instalación iraní utilizando «bombas anti-búnker» nucleares de bajo rendimiento… Robert Gates, el nuevo (sic) Secretario de Defensa estadounidense, ha descrito la acción militar contra Irán como un «último recurso», lo que ha llevado a los oficiales israelíes a concluir que finalmente les van a dejar que ataquen. El general de división Eliezar Shkedi, Comandante del ejército del aire israelí, es quien ha supervisado los preparativos». (Times on Line, 7 de enero de 2009).


Un artículo posterior en el pro israelí New York Times (11 de enero de 2009), de David Sanger, un importante simpatizante sionista, informaba de que el «Presidente Bush desvió una petición secreta de Israel el año pasado (2008) de bombas anti-búnker especializadas con objeto de atacar el principal complejo nuclear de Irán… La administración Bush se alarmó ante una petición israelí de volar sobre Iraq para llegar hasta el principal complejo nuclear de Irán… La Casa Blanca rechazó rotundamente esa petición». Sanger siguió afirmando que los israelíes estaban furiosos por un informe detallado elaborado por dieciséis agencias de inteligencia estadounidenses (The National Intelligence Estimate) que demostraban que en 2003 Irán interrumpió el desarrollo de una ojiva nuclear al comprender que así socavaba los esfuerzos israelíes para asegurarse la colaboración estadounidense en un ataque militar contra Irán. Sanger pasa varios párrafos tratando de reforzar las afirmaciones, no comprobadas, de Israel acerca del programa nuclear de Irán enmarcando el caso para un ataque unilateral israelí… que según él debía haber empezado «en los primeros meses de 2008» pero que el ejército estadounidense paralizó.


Las próximas elecciones nacionales israelíes (10 de febrero de 2009) prometen acelerar los planes israelíes de un ataque militar masivo contra Irán, de acuerdo con las previsiones de las encuestas que indican que la mayoría de los votantes judíos elegirán al ultramilitarista sionista Benjamín Netanyahu, favorito de la mayoría de las organizaciones sionistas estadounidenses más influyentes. En una entrevista muy reciente con el Wall Street Journal (24 de enero de 2009), Netanyahu calificaba a Irán como la «base madre del terrorismo» y decía «que Israel no puede aceptar una base terrorista iraní (Gaza) al lado de sus ciudades importantes». Después continuaba justificando los asesinatos israelíes de civiles porque, proclamaba, la resistencia palestina («terroristas») «se esconde detrás de los civiles». El periodista del Wall Street, Brett Stephens, completamente intimidado y maravillado, se situaba a los pies del dirigente israelí y escribía aprobando las justificaciones de Netanyahu para lanzar un ataque contra Irán: «la amenaza de un Irán nuclear representa para el mundo un peligro mucho mayor que la crisis económica… y supone una amenaza existencial directa contra Israel…» Stephens sigue resumiendo la posición de Netanyahu hacia Obama: «Si la diplomacia fracasa y EEUU no se decide a utilizar la fuerza militar, Israel atacará en solitario…»


Los dirigentes israelíes desistieron temporalmente de atacar a Irán y en su lugar lanzaron el ataque contra Gaza para debilitar cualquier posible resistencia de los palestinos a una guerra israelí contra su aliado musulmán en Teherán. Los planes de guerra israelíes hacia Irán se van a ver reforzados con el nuevo Presidente Obama. Con la subida al poder del ultrasionista Dennis Ross como asesor principal en temas de Irán del Presidente Obama y con Hillary Clinton («Arrasaremos Irán») como Secretaria de Estado, la cuestión de un ataque preventivo israelí contra Irán apoyado por EEUU parece que está cerca de convertirse en una realidad. Tan solo hace dos meses que Ross firmó un documento que proporcionaba una «hoja de ruta» de la guerra contra Irán. El hecho de que todo el aparato de toma de decisiones políticas del régimen de Obama aparezca infectado de sionistas significa que cualquier oposición por parte de la inteligencia o del ejército a un ataque contra Irán será desactivada y sus portavoces marginados.

El gobierno de Obama e Israel

El gobierno de Obama está todavía más saturado de sionistas, si cabe, que el anterior. Desde los cargos más altos a los más bajos, desde el gabinete ejecutivo al Congreso, los sionistas están situados en posiciones de influencia sobre cualquier decisión estratégica que tenga alguna relación con las políticas relativas a Oriente Próximo.


Con fecha 20 de enero pasado, la Jewish Telegraph Agency, principal agencia de prensa al servicio de las publicaciones sionistas estadounidenses, proporcionó una lista detallada de los sionistas pro Israel colocados en puestos importantes relacionados con Oriente Próximo en el gobierno de Obama. Las pruebas de su control son abrumadoras y las consecuencias letales para cualquier posibilidad de equilibrio en unas negociaciones de paz, a la vez que sumamente prometedoras para las ambiciones bélicas de Israel en la región:


Dennis Ross: será un influyente consejero para las políticas relativas a Irán. Es un defensor de la intensificación de las sanciones para socavar las negociaciones y reforzar la opción militar;
Richard Holbrooke, sionista destacado, es el enviado especial de Obama para Afganistán. Fue representante de EEUU ante la ONU en la época de Bill Clinton, y recientemente ha presidido un grupo especial llamado United Against a Nuclear Iran (Unidos contra un Irán nuclear), que aboga por la acción militar contra Irán si no presenta una declaración –dictada por Israel– de cese de su programa legal de energía nuclear;

George Mitchell, enviado especial de Obama para la resolución del conflicto entre Palestina e Israel, es uno de los cuatro copresidentes del destacado grupo sionista Bipartisan Policy Center, que propone un planteamiento gradual, que va desde las sanciones al embargo comercial, al bloqueo naval y a un ataque militar contra Irán;


Dan Shapiro y Puneet Talwar colaborarán en materia de política de Oriente Próximo en el Consejo de Seguridad Nacional. Shapiro, en consultas con Israel, fue un elemento clave en el trámite de la Syrian Accountability Act (Ley de responsabilidad siria) en el Senado, que permitió la imposición de duras sanciones a Siria. Shapiro elaboró el sumiso y humillante discurso de Obama ante la conferencia del AIPAC en Washington, en mayo de 2008. Puneet Talwar manejará los asuntos del Golfo Pérsico, incluido Irán. Fue miembro del gabinete del ex senador y actual vicepresidente, Joe Biden, y colaborador y conducto del AIPAC;


Eric Lynn está siendo designado para un empleo en la Casa Blanca en materia de políticas para Oriente Próximo. Empezó su carrera como becario del AIPAC, en 1998, y continuó como miembro del gabinete del congresista Peter Deutsch, una de las figuras más comprometidas con Israel en el Congreso. Lynn pasó un año en Israel, aprendiendo hebreo y saturándose de su cultura militar-sionista;


James Steinberg y Jacob Jack Law fueron nombrados delegados de Clinton en el Departamento de Estado. Steinberg ha mantenido una fuerte relación con la comunidad pro Israel, y fue uno de los transmisores de la presión israelí sobre Yasser Arafat a fin de que éste capitulase ante las demandas israelíes. Jack Law dirigirá la política de estímulo económico en el extranjero. Es un sionista ortodoxo que utilizará los recursos económicos estadounidenses para respaldar el militarismo israelí y recompensar o castigar así a sus adversarios. Anteriormente fue jefe de una unidad de inversiones de Citigroup, y posee entre 50.000 y 100.000 dólares en bonos de Estado de Israel;


Samantha Power fue en su momento crítica con los crímenes de guerra israelíes de 2002, por lo que la configuración de poder sionista consiguió apartarla de la campaña electoral de Obama en marzo de 2008. Fue rehabilitada y reincorporada como miembro del equipo de transición de Clinton después de pedir unas disculpas lamentables a Israel;
Cass Sunstein, sionista liberal de toda la vida, es jefe de la oficina de información y asuntos normativos de la Casa Blanca: un órgano clave de propaganda del gobierno de Obama;
Rand Beers fue el principal consejero de seguridad nacional del senador John Kerry durante su campaña presidencial de 2004, y consiguió establecer relaciones estrechas con el aparato político pro Israel. Como consejero del departamento estatal Homeland Security (equivalente a un ministerio del Interior) será «probablemente un elemento … a medida que Israel y EEUU forjan una alianza más estrecha» (Jewish Telegraph Agency, 20.1.2009);

Lee Feinstein y Mara Rudman son veteranos sionistas de los gobiernos de Clinton. Feinstein es consejero principal de la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, y Rudman es consejera senior del Presidente Obama en política exterior.


Susan Rice, nombrada representante ante la ONU por Obama, puso su firma en un documento elaborado por el Washington Institute for Near East Policy (WINEP) en el que se pedía una mayor coordinación entre Israel y Estados Unidos, con vistas al embargo y eventual ataque a Irán. WINEP es un conocido productor de propaganda de los más belicistas, fanáticos e incondicionales seguidores de Israel. En su testimonio ante el Senado, Rice denunció las críticas de la Asamblea General de las Naciones Unidas hacia el baño de sangre israelí en Gaza.

Al frente de la política exterior del gobierno de Obama, el vicepresidente Biden (que afirmó públicamente: «Soy un sionista»), la Secretaria de Estado Clinton («Destruyan Irán») y el Secretario de Defensa Gates (un resto del gobierno de Bush, totalmente dominado por Israel) han establecido el aparato más sionista posible para las políticas de Oriente Próximo de la historia de EEUU. Por sus antecedentes, lealtades y compromisos, este gobierno no está dispuesto a abrir negociaciones serias con Irán o a gestionar el fin de la ocupación israelí de Palestina. Al contrario, sus estrechos lazos con la configuración del poder sionista y el compromiso a largo plazo con respecto al militarismo y las políticas expansionistas israelíes, garantizan que el gobierno de Obama avanzará en su colaboración con el Estado judío hacia una confrontación militar con Irán. Todo el mundo en el equipo de Obama apoyó la carnicería israelí en Gaza y aprobó los esfuerzos de Israel para destruir el gobierno democráticamente elegido de Hamás, a la vez que apoyó al desacreditado y corrupto régimen títere encabezado por Mahmud Abbas.

La presidencia de Obama ha logrado lo que muchos observadores creían imposible: ha colocado más sionistas en posiciones estratégicas de poder, más comprometidos en una guerra contra Irán, que incluso durante la administración de Bush. Teniendo en cuenta los nombramientos de Obama y su propia sumisión personal a los líderes israelíes, es difícil imaginarse que los 16 servicios de inteligencia principales elaboren un informe que refute los montajes de Israel sobre el programa nuclear de Irán, como sucedió bajo el gobierno de Bush. Más tremendo aún, dado el dominio sionista de la Casa Blanca, es poco probable que Obama ponga su veto a un ataque aéreo israelí, tal como se admite que hizo Bush.

La estrategia israelí de guerra contra Irán sigue paso a paso la de su precursor nazi: los ataques se diseñan para conseguir el máximo efecto destructor de la infraestructura civil en los países y líderes opuestos a cualquier agresión israelí hacia Irán. Israel bombardeó e invadió Líbano; bombardeó Siria; destruyó Gaza. Su lobby ha ampliado y ha hecho cumplir sanciones económicas globales a través de un Departamento del Tesoro infestado de sionistas. El principal consejero económico de Obama, el ultrasionista Lawrence Summers, promueve las sanciones, boicoteos y embargos más estrictos contra los enemigos designados de Israel. Se trata de políticas que apuntan en dirección de la guerra.


Unas negociaciones de paz destinadas a la guerra

La probabilidad de que el gobierno de Obama lleve al mundo a una guerra ofensiva contra Irán no está basada en la especulación ociosa o en citas seleccionadas de su campaña presidencial. Nadie puede tomar en serio la intención del presidente Obama o de su Secretaria de Estado, Hillary Clinton, de entablar negociaciones con Irán, cuando éstas se acompañan de condiciones inaceptables para la soberanía o los intereses nacionales de dicho país. El gobierno de Obama amenaza abiertamente con la guerra si Irán no acepta el desarme unilateral, con una inspección intrusiva de sus instalaciones estratégicas de defensa, lo que ofrecería a Israel y EEUU una oportunidad única para establecer claramente los objetivos claves de su primera oleada de ataques.

Pero lo que demuestra de manera concluyente el impulso de Obama hacia la guerra con Irán es su designación del más entusiasta militarista sionista, Dennis Ross, en la posición estratégica clave en las negociaciones con Irán.

Obama ha nombrado a Ross en el puesto de enviado especial para Irán y máximo responsable en política de Oriente Próximo. George Mitchell, por su parte, es su enviado a las negociaciones entre Israel y Palestina. Se trata de una estrategia típica de policía bueno (Mitchell), policía malo (Ross). Ross, conocido a menudo como el abogado de Israel, es el sionista máximo, un príncipe heredero del lobby judío sionista de EEUU en todas las empresas importantes relativas a Irán. Es líder fundador del AIPAC, el principal y más potente grupo de presión de Israel en Washington. Es un ideólogo siocon de siempre, muy influyente, que llevó con éxito la campaña a favor de la invasión de Iraq. Está entre los escritores y propagandistas más prolíficos e influyentes del antes citado WINEP, que ha elaborado los documentos programáticos más belicistas de promoción de la intervención militar de EEUU a favor de las ambiciones expansionistas de Israel. Durante los años de Clinton, Ross fue nombrado jefe del comité de mediación de EEUU durante las negociaciones entre palestinos e israelíes (1999-2000). Como tal, su actuación fue la de abogado de Israel, según otro diplomático sionista de EEUU participante. Pasó por encima de cualquier posibilidad de alcanzar un compromiso aceptable, siguiendo las iniciativas de Israel, y creó las condiciones que hicieron inevitable el rechazo palestino a la vez que culpaba de ello a este sacrificado pueblo. Ross tiene una gran influencia en las políticas de Obama con respecto a Israel.

Ross es un líder en un grupo tapadera sionista relativamente nuevo, conocido como el Bipartisan Policy Center. Este centro publicó recientemente un informe titulado Meeting the Challenge: US Policy Toward Iranian Nuclear Development (Haciendo frente al desafío: políticas de EEUU ante el desarrollo nuclear iraní.) Este plan de trabajo para la guerra con Irán fue elaborado por un grupo de trabajo que incluía a Ross y otros dos extremistas siocons: Michal Makovsky y Michael Rubin, ambos con doble nacionalidad israelí y estadounidense. El reconocimiento por parte de Ross del citado informe refleja su rechazo de cualquier posibilidad de un acuerdo negociado con Irán que aceptase el derecho legal de Irán a un programa de enriquecimiento de uranio tal y como está reconocido en los tratados internacionales.

Un pequeño problema conocido recientemente en la designación de Dennis Ross como miembro del gabinete de Obama es su papel como presidente actual del Jewish People Policy Planning Institute (Instituto de planificación de políticas para el pueblo judío) con sede en Jerusalén y dependiente de la Jewish Agency, organismo oficial del gobierno israelí. Su trabajo actual para un organismo de la administración pública israelí podría colocar a Ross en conflicto con la Foreign Agents Registration Act (FARA), ley estadounidense que obliga a registrarse como tales a los individuos que trabajen como agentes de un gobierno extranjero, algo que Ross nunca ha hecho.
El informe aboga por un bombardeo aéreo israelí preventivo y un ataque de misiles contra Irán, en caso de que EEUU y Europa no llegasen a golpear primero. Este informe, acreditado por Dennis Ross, propone un bloqueo total de Irán por mar y aire y un embargo de este país como preludio de un ataque de EEUU contra la infraestructura vital de Irán. El documento invitaba a Obama a introducir tropas y equipo en la región so pretexto de los conflictos de Iraq y Afganistán, manteniendo por tanto un cierto nivel de sorpresa estratégica y táctica. Es decir, el próximo nombramiento de Ross para dirigir el Middle East Policy Advisory Group (Grupo consultivo de políticas para Oriente Próximo) de su gobierno coloca a un defensor y promotor incondicional de la guerra genocida contra Irán en una posición estratégica clave de política exterior.

La secretaria de estado Hillary Clinton y Dennis Ross harán todo lo que esté en su mano para promover y justificar un ataque conjunto estadounidense-israelí contra Irán. Ross y Clinton comenzarán con unas falsas negociaciones con ultimátum inaceptables. A continuación, seguirán acciones de guerra en forma de embargos al estilo del impuesto a Gaza, diseñados para matar de hambre y empobrecer a la población de Irán, y, finalmente, un blitzkrieg aéreo también al estilo de Gaza. Dado el número extraordinario de sionistas designado por Obama en todos los niveles claves de su Gobierno, la posibilidad de cualquier debate interno o desacuerdo sobre el plan de trabajo de Ross para la guerra en interés de Israel es mínimo. Para la formulación de sus políticas, Obama ha creado una élite tan estrechamente ligada y leal al establishment militar israelí que impide cualquier tipo de negociación significativa con Irán. Posibles obstáculos exteriores a la guerra sionista-israelí y de EEUU contra Irán


La única disuasión real a un ataque israelí al estilo de Gaza en Irán es la capacidad de respuesta militar de Teherán, especialmente sus misiles de precisión y largo alcance capaces de alcanzar los principales objetivos militares en Israel, así como sus infraestructuras y sistemas conexos de apoyo. Dada la ausencia de cualquier escrúpulo moral en los líderes israelíes y su inmersión en una ideología militarista, en la que la fuerza bruta y la violencia generalizada se consideran los principales medios de proyección del poder y de garantía del apoyo público israelí, un fuerte contraataque militar masivo es, probablemente, la disuasión más efectiva para forzar a sus líderes a reconsiderar la política exterior militar conducida por Israel.


Mientras los militaristas israelíes adoptan una retórica defensiva, su estrategia consiste en debilitar la capacidad defensiva de Irán y hacerlo más vulnerable a las amenazas militares y a la presión diplomática en una espiral creciente hasta un asalto aéreo preventivo. Las inspecciones internacionales realizadas por organismos de las Naciones Unidas solamente se llevan a cabo en sitios iraníes, pero no en las instalaciones militares de EEUU en la región, entre otras sus naves y submarinos dotados de armas nucleares de guerra, ni en las instalaciones nucleares de Israel y sus laboratorios del arma nuclear. Estas inspecciones desiguales proporcionan una gran cantidad de información sobre las capacidades militares y de defensa iraníes, así como de sus laboratorios de investigación estratégica avanzada. Las inspecciones de la ONU antes de la invasión de Iraq por EEUU permitieron identificar las instalaciones claves de defensa y los científicos iraquíes, sus lugares de trabajo y sus hogares, datos que se utilizaron en las misiones de bombardeo y la subsiguiente campaña de asesinatos de científicos iraquíes de alto nivel. Esta clase de información fue crucial en la dirección de los ataques israelíes con bombas y misiles y en el asesinato de líderes y sus familias durante las invasiones israelíes de Líbano y Gaza.
El boicoteo económico sionista a Irán, impuesto por Israel y Estados Unidos, pretende claramente socavar tanto las condiciones de vida iraníes como el rendimiento de su economía, de forma parecida a lo que el estado judío ha impuesto en Gaza. Forma parte de la campaña de ablandamiento, previa a un ataque en toda la regla.


Hoy, sin embargo, a pesar del esfuerzo continuo de todos los altos funcionarios sionistas en el gobierno de EEUU y de las presiones intensas de sus grupos de presión sobre los gestores de fondos de pensiones de EEUU, el embargo no ha conseguido quebrar la economía iraní. Especialmente con el inicio de la recesión, la reducción de los mercados mundiales y la demanda energética cada vez mayor de China, numerosas multinacionales occidentales y asiáticas están impacientes por negociar con Irán e ignorar las presiones sionistas israelíes y estadounidenses.
La guerra genocida de Israel contra Gaza ha producido finalmente algunas grietas importantes en el monopolio sionista sobre la opinión judía fuera de Israel. Las principales organizaciones comunales judías y sus portavoces espirituales siguen apoyando todos los delitos israelíes, desde el bombardeo de ambulancias y clínicas de la Cruz Roja hasta de escuelas de las Naciones Unidas, almacenes de alimentos y suministros médicos y centros de refugiados, pero finalmente, esto ha provocado una oposición vigorosa entre los principales intelectuales, escritores y otros profesionales judíos.

Nuevas organizaciones y personalidades de la comunidad judía han repudiado decididamente el genocidio perpetrado por Israel. Algunos activistas judíos han tomado resueltas medidas directas, ocupando oficinas consulares israelíes en ciudades importantes y pidiendo un boicoteo total de mercancías e intercambios académicos israelíes. Otros se han enfrentado a apologistas sionistas en foros y ruedas de prensa públicas. A pesar de que el número y la influencia de judíos críticos con los crímenes de guerra sionistas es pequeño, su importancia se halla en la legitimidad que otorgan y el estímulo que facilitan a millones de gentiles, generalmente intimidados y silenciosos, a manifestarse públicamente. Como consecuencia, un número sin precedentes de personas en todo Occidente, ha expresado su horror y oposición al monstruo militar sionista y ha expresado su apoyo al boicoteo económico contra Israel. Aunque la oposición judía y gentil de masas no detuvo ni debilitó la masacre de Israel de civiles en Gaza, ha sentado la base política y organizativa para poner en marcha una campaña masiva contra los planes sionistas y estadounidenses de guerra contra Irán.


Los éxitos militares de Israel han creado una fiebre guerrera triunfalista e irracional entre todos sus líderes y partidarios entusiastas en las organizaciones judeo-sionistas de EEUU, que cuentan con cerca de un millón de miembros. Dichos éxitos los ha llevado a subestimar los costes catastróficos de una guerra contra Irán. Un ataque militar por sorpresa a Irán por parte de Israel y EEUU provocará acciones de represalia en todo Oriente Próximo. Esto infligirá ciertamente pérdidas humanas, militares, políticas y económicas graves en muchas instalaciones militares de EEUU en la región del Golfo Pérsico. En particular en Iraq y los cercanos Estados satélites del Golfo, donde las fuerzas militares de EEUU son altamente vulnerables. Un ataque israelí podría llevar a la desestabilización o al derrocamiento de los regímenes satélites árabes. Por otra parte, Irán puede tomar represalias con éxito lanzando misiles de precisión de largo alcance, que tendrían por objetivo los principales centros militares israelíes y los centros de población colindantes.


Teniendo en cuenta la repugnancia y el horror enormes, en todo el mundo, que han producido los crímenes de guerra de Israel en Gaza y el odio que inspira la perspectiva de nuevos ataques aéreos sobre millones de iraníes, no es probable que las represalias de Teherán contra Israel y EEUU susciten una gran condena. Más probablemente, la mayor parte de la gente percibirá, con un sentimiento de justa venganza, que finalmente se pague al tirano arrogante con su misma moneda por sus ataques a los civiles desarmados y encarcelados de Gaza. Al igual que los supervivientes británicos de los ataques de los nazis, con sus bombas volantes V-2, a las ciudades británicas aplaudieron el bombardeo de Dresde, partes significativas de la opinión pública pueden saludar un ataque de represalia contra Israel como una disuasión válida a la vista de sus atrocidades en serie contra la humanidad.


Una de las amenazas más efectivas contra el impulso genocida de Israel es la puesta en marcha de investigaciones sobre los crímenes de guerra israelíes y el establecimiento de tribunales para juzgar a los líderes militares y políticos de Israel por sus delitos contra la humanidad (Financial Times, 16 de enero de 2009.) Los líderes israelíes han informado a sus militares criminales de que se les proporcionará protección legal, y han manifestado su preocupación por el hecho de que ellos mismos puedan estar sujetos a detenciones y juicios en el extranjero. Varios gobiernos están presentando querellas por crímenes de guerra ante la Corte Penal Internacional de La Haya. El problema a la hora de llevar a juicio a los criminales de guerra israelíes consiste en establecer los límites entre los líderes político-militares que dirigieron los crímenes de guerra y los oficiales de campo que aplicaron las políticas que violaban los Convenios de Ginebra. Por ejemplo, identificar a los funcionarios que impidieron, concretamente durante más de cuatro días, que trabajadores médicos y de rescate pudieran realizar la evacuación de heridos y civiles al borde de la inanición, entre ellos niños pequeños, del lugar de una masacre israelí espantosa de civiles gazatíes. ¿Y qué decir de la gran cantidad de ciudadanos judíos israelíes que, de pura exaltación ante el bombardeo de barrios enteros, se instalaron en puestos de observación con sus cestas de picnic para ver mejor la carnicería en curso? Los mismos israelíes «encantados por las imágenes, que llenaban las primeras páginas de los periódicos, de soldados israelíes sonrientes que regresaban a sus hogares en los tanques, haciendo el signo de la victoria» (Financial Times, 26 de enero de 2009).

El entusiasmo masivo israelí, la intoxicación política y el abrazo a los autores de la matanza de gente desarmada pueden ser repugnantes para la opinión mundial, pero no constituyen un delito suficiente para merecer un tribunal internacional. Sin embargo, está sujeto al mismo desprecio moral que muchos de nosotros sentimos hacia los alemanes que celebraron los bombardeos salvajes hitlerianos de ciudades soviéticas, polacas y balcánicas. Incluso si esta Casa Blanca controlada por los sionistas lograra la utilización de su veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para prevenir una investigación por crímenes de guerra de los líderes israelíes, la presentación de acusaciones y posibles detenciones en varios países europeos forzará a los líderes israelíes a reflexionar sobre su situación de parias, y podría inhibir su deseo de una guerra asesina contra Irán. Incluimos aquí una lista (véase el anexo no 2) de los líderes militares israelíes, su graduación y su función y responsabilidad operativa en los crímenes de guerra en Gaza.

Los israelíes rechazan de antemano el oprobio ante la opinión mundial como un asunto irrelevante para su ofensiva militar. Esto origina que el estado judío no preste atención a la importancia de la opinión pública mundial, que erosionará el apoyo político estratégico en el futuro. Muchos observadores creen que centenares de millones de ciudadanos árabes y multitudes de no árabes y no musulmanes están llegando a la conclusión de que Israel y su quinta columna sionista de ultramar sólo entienden el lenguaje de la fuerza, puesto que practican sistemáticamente el terrorismo de Estado para imponer sus intereses sobre personas cautivas y empobrecidas. Como consecuencia, muchos analistas sostienen que es comprensible que las opciones de las víctimas de Israel inevitablemente se basen en la resistencia popular continua, organizada y militarizada. En estas circunstancias, la actual generación de líderes árabes, anémicos e impotentes, y los regímenes colaboracionistas pueden ser derrocados y dar paso a un nuevo liderazgo combativo y consecuente que consulte y fundamente su apoyo de masas en los más profundos sentimientos de dignidad nacional y odio profundo a las humillaciones impuestas por los sionistas.

Conclusiones

La guerra de Gaza está llevando a los líderes de Israel y a sus agentes de ultramar, estratégicamente situados en el sistema político de EEUU, a nuevos excesos y a una nueva guerra contra Irán, como parte de una estrategia regional para asegurar el poder imperial. El gobierno de Obama y el Primer Ministro israelí que salga elegido compartirán más cosas que unos responsables de las políticas que sirven a ambas partes y unos compromisos a largo plazo con la construcción del imperio manu militari. Han dejado claro también que procederán a una serie de movimientos diplomáticos y económicos destinados a preparar el escenario para poner en marcha una guerra genocida contra Irán, que coincidirá con la retórica de Obama de reconstrucción de una alianza judeo-afro-estadounidense basada en los intereses israelíes y las vidas de estadounidenses. La única disuasión ante nuevas guerras de exterminio es una acción de masas que aumente los costes políticos, económicos y militares de la agresión israelí. Sólo cuando las víctimas israelíes aumenten, cuando los explotadores y los banqueros sionistas sufran pérdidas, cuando se boicoteen sus sitios académicos y turísticos, sólo entonces los israelíes y sus acólitos de EEUU comenzarán a repensar su adhesión ciega a políticas militaristas. Sólo entonces revisarán su irracional visión judeocéntrica de un mundo hecho por y para el Pueblo Elegido que vive en el único Estado Moral del mundo.

Lamentablemente, puede que sean necesarios algunos choques militares para disipar esas fantasías tribales. La Historia nos enseña que no hay nada como una derrota sangrienta para terminar con el complejo de superhombre.




Anexo no 1
51 organizaciones pertenecientes a la Conferencia de presidentes de las principales organizaciones judías de Estados Unidos
Ameinu
American Friends of Likud
American Gathering/Federation of Jewish Holocaust Survivors
American-Israel Friendship League
American-Israel Public Affairs Committee
American Jewish Committee
American Jewish Congress
American Jewish Joint Distribution Committee
American Sephardi Federation
American Zionist Movement
Americans for Peace Now
AMIT
Anti-Defamation League
Association of Reform Zionist of America
B’nai B’rith International
Bnai Zion
Central Committee of American Rabbis
Committee for Accuracy in Middle East Reporting in America
Development Corporation for Israel/State of Israel Bonds
Emunah of America
Friends of Israel Defense Forces
Hadassah, Women’s Zionist Organization of America
Hebrew Immigrant Aid Society
Hillel: The Foundation of Jewish Campus Life
Jewish Community Centers Association
Jewish Council for Public Affairs
Jewish Institute for National Security Affairs
Jewish Labor Committee
Jewish National Fund
Jewish Reconstructionist Federation
Jewish War Veterans of the USA
Jewish Women International
Mercaz USA, Zionist Organization of the Conservative Movement
Na’amat USA
NCSJ: Advocates on behalf of Jews in Russia, Ukraine, the Baltic States and Eurasia
National Council of Jewish Women
National Council of Young Israel
ORT America
Rabbinical Assembly
Rabbinical Council of America
Religious Zionist of America
Union for Reform Judaism
Union of Orthodox Jewish Congregations of America
United Jewish Communities
United Synagogue of Conservative Judaism
WIZO
Women’s League for Conservative Judaism
Women of Reform Judaism
Workmen’s Circle
World Zionist Executive, US
Zionist Organization of America
Anexo no 2
Lista de funcionarios israelíes que han participado en crímenes de guerra durante la invasión de Gaza. Se trata de una lista parcial y evolutiva de presuntos criminales de guerra recogida por un grupo de activistas israelíes, a pesar de la censura del gobierno israelí y en abierto desafío al fiscal general de Israel, el general Menachem Mazuz, y su contraparte en el ejército, el juez-fiscal general de brigada Avihai Mandelblit:
Ehud Olmert, primer ministro israelí
Ehud Barak, ministro de la Guerra israelí
Tzipi Livni, ministra de Asuntos Exteriores israelí
Yuval Diskin, jefe del servicio secreto Shin Bet
Teniente general Gabi Ashkenazi, jefe de Estado Mayor de las fuerzas israelíes de ocupación
Coronel Hartzi Halevi, comandante de la Brigada paracaidista
Coronel Yigal Slovik, comandante de la 401a Brigada
General de brigada Jonathan Locker, jefe de la Fuerza Aérea israelí
General de división Ido Nehushtan, Fuerza Aérea israelí
Coronel Ron Ashrov, comandante de la zona norte de Gaza
General de brigada Eyal Eisenberg, comandante de todas las fuerzas israelíes de ocupación
Coronel Yigal Slovik, comandante de convoy de la 401a Brigada acorazada
General de brigada en la reserva Sho'alay Marom,
Teniente coronel Yoav Mordechai, 13o batallón de la Brigada de infantería Golani
Teniente coronel Oren Cohen, 13o batallón de la Brigada de infantería Golani
Teniente coronel Avi Blot, 101o batallón de la Brigada de paracaidista
Teniente coronel Yehuda Cohen, Regimiento Rotem, Brigada de infantería Givati
Teniente coronel Ronen Dagmi, comandante adjunto de la 401a Brigada acorazada
Coronel Avi Peled, comandante de brigada, Batallón 51o
General de brigada en la reserva Zvika Fogel, ex jefe del Comando Sur
General de brigada Yuval Halamish, jefe de los servicios secretos del ejército israelí
Coronel Hartzi Halevi, Comandante de la Brigada paracaidista
Coronel Hertzi Halevy, comandante de brigada
Coronel Tomer Tsiter, participante en la masacre de Gaza conocida como Operación Plomo Fundido; antes, participante en la masacre conocida como Operación Escudo Defensivo, perpetrada en el campo de refugiados de Jenin en 2002.
Oficial de infantería en la reserva Gur Rosenblatt
Oficial de infantería en la reserva Guy Ohaion
Teniente coronel Erez
Comandante Nimrod Aloni
Teniente coronel en la reserva Shlomo Saban
Capitán Ron Vardi ,
Coronel Pnina Sharvit-Baruch, jefe del servicio jurídico internacional, fiscal militar
General de división Yoav Galant, jefe del Comando Sur
Subteniente mayor Richard Awizrat
General de división Amos Yadlin, jefe de la inteligencia militar
James Petras es especialista en política sionista estadounidense y analista de la prensa judía israelí y estadounidense. Es autor de Zionism, Militarism and the Decline of US Power, Clarity Press 2008. Sinfo Fernández, S. Seguí y Caty R. pertenecen al colectivo de Rebelión. Seguí también es miembro de Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a los traductores, la revisora y la fuente.

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