martes, 17 de febrero de 2009

UN APOYO TÁCITO A ISRAEL.

FUENTE DE LA NOTICIA: DIAGONAL DIGITAL. Número 95. Del 5 al 18 de de febrero de 2009

ANÁLISIS // EL COMPORTAMIENTO DE LOS ESTADOS ÁRABES ‘MODERADOS’.

Un apoyo tácito a Israel
Iñaqui Gutiérrez de Terán (arabista).


La postura de países como Egipto, Jordania o Arabia Saudí en la crisis de Gaza ha coincidido con la de EE UU: buscar el debilitamiento de Hamás frente a la ANP.


La agresión militar del régimen de Tel Aviv contra Gaza ha desvelado, como efecto colateral, la guerra larvada entre los Estados árabes sobre la opción de la lucha armada y la figura de Hamás. Era notorio que saudíes, egipcios y jordanos apoyaban al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbás, y responsabilizaban a Hamás del asedio israelí a la franja; y también que sus posturas se habían aproximado mucho a las tesis de Washington en la región. Pero pocos aventuraban que la irritación de los “Estados árabes moderados” con los islamistas palestinos devendría en un apoyo tácito o implícito a la brutal ofensiva israelí. Con más ardor incluso que los medios occidentales, la prensa y la televisión egipcias y especialmente saudíes (de gran proyección internacional), junto con sus representantes políticos, acusaron a Hamás de haber provocado los “acontecimientos” y de acarrear esta “desgracia” al pueblo palestino. Sólo Al Jazeera y los medios alternativos de internet desmontaron la falacia: la guerra no estaba siendo limpia y buscaba algo más que derribar a Hamás.


La resistencia palestina sospecha que El Cairo y Riyad participaron en los preparativos de la agresión y el cerco a Gaza, continuado desde hace meses. Y que llevan tiempo tratando de aislar diplomáticamente a los islamistas y coordinar con el régimen de Tel Aviv el regreso de la ANP a Gaza. Todo con el pretexto de salvar la iniciativa árabe de paz y evitar el medro político de Irán, valedora de movimientos “radicales” como Hamás o Hezbolá.


La apuesta, dictada por Washington, era clara: dar cobertura mediática y diplomática a los bombardeos israelíes para acabar con Hamás y rehabilitar a la ANP, y evitar una postura árabe conjunta de rechazo. Luego, a reanudar las conversaciones de paz y a centrarnos en el acoso y derribo de Irán.


Fallaron los cálculos Pero los cálculos fallaron: la resistencia, para sorpresa de todos, contuvo a las hordas israelíes y mantuvo sus reivindicaciones; el pueblo de Gaza no se rebeló contra Hamás, y Estados como Siria y Qatar se proclamaron defensores de la resistencia en una reducida cumbre árabe de tono inusualmente duro contra Tel Aviv (Doha, 16/1/09). Mientras, igual que con Hezbolá en 2006, la calle árabe aclamaba a la resistencia y los Estados europeos, resignados, balbuceaban: “Quizá” deba hablarse con Hamás. Los saudíes se vieron obligados en la cumbre económica de Kuwait a condenar el ataque israelí y los egipcios rebajaron sus reproches a las facciones palestinas. Pero intentan ganar la guerra para Israel por otros medios, manteniendo el cerco y forzando un gobierno de unidad nacional con predominio de la ANP. Una reedición de lo ocurrido en Líbano tras el triunfo de la resistencia libanesa.


Después de la última salvajada israelí y su riada de muertos, heridos y desolación, muchos árabes han podido reparar en las intenciones verdaderas de sus líderes. Obligados por sus vínculos vitales con Washington, su única fuente de poder, los “árabes moderados” han perdido la capacidad de proponer nada; ejecutan dictados externos, a despecho de sus intereses nacionales. Sus diplomacias, para disgusto estadounidense, no pueden siquiera imponer condiciones a las organizaciones díscolas: todos conocen su incapacidad para tomar y garantizar decisiones propias. Por desgracia, con respecto a su inhabilidad histórica para paliar la tragedia palestina, la connivencia descarada con la estrategia israelí-estadounidense en Palestina es más dañina que su pretendida solidaridad de antaño. Pero sólo un poco más.

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