lunes, 16 de febrero de 2009

ENTREVISTA A ALBERTO ARCE.

FUENTE DE LA NOTICIA: DIAGONAL DIGITAL.
Número 95. Del 5 al 18 de de febrero de 2009


ENTREVISTA // ALBERTO ARCE, ACTIVISTA ASTURIANO QUE VIVIÓ DESDE GAZA LOS 23 DÍAS DE ATAQUES.

“Israel quiso lanzar un mensaje al mundo con los bombardeos”.




Gladys Martínez López /Redacción.

Durante los 23 días de bombardeos sobre Gaza, el documentalista y activista Alberto Arce permaneció en la franja para narrar al mundo los crímenes de Israel.

COBERTURA DESDE GAZA.

Alberto Arce graba el paso de un carro con varios niños muertos.


DIAGONAL
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Israel ha mantenido que su objetivo no era la población civil, y muchos medios han presentado la agresión como un conflicto entre dos partes… ALBERTO ARCE: En la parte en que Israel tenía la capacidad de seleccionar objetivos de Hamás, lo ha hecho y los ha destruido, pero ese tipo de objetivos eran edificios públicos: ministerios, comisarías… en la primera oleada de ataques. Pero esos edificios estaban vacíos antes de empezar el ataque, así es que Israel no podía obtener el efecto deseado. A partir de ahí se abre el círculo y empiezan con las mezquitas. Y después, viendo que no consiguen el efecto esperado, empieza el bombardeo indiscriminado y el castigo premeditado. En los últimos días, Israel bombardeaba sistemáticamente para lanzar un mensaje al mundo. Se bombardeó el almacén de alimentos de la ONU en el mismo momento en que Ban Ki-moon se reunía con Tzipi Livni en Tel Aviv. Y los centros de evacuación de la ONU que bombardearon con fósforo el último día… Creemos que son bombardeos premeditados para lanzar un mensaje al mundo de hasta qué punto Israel es inmune a las críticas desde el exterior y a la legalidad internacional.

D.: ¿Cuál era la sensación de los palestinos? ¿Esperaban algo de la comunidad internacional?
A. A.: Lo que diga la comunidad internacional, al pueblo de Gaza hace tiempo que ha dejado de importarle. Sobre todo a partir de los últimos dos años y del bloqueo. No pueden entender qué relación hay entre el Gobierno de Hamás y que la población se muera de hambre.

D.: ¿Cómo ha obstaculizado Israel el trabajo de quienes intentabais informar desde dentro?
A. A.: Tres meses antes de los bombardeos se estaba cortando el grifo de entrada de la prensa en Gaza, y un mes antes ya no había periodistas extranjeros. A éstos se les dijo que había un mecanismo de entrada, pero ese mecanismo tenía consecuencias que los periodistas oficiales no podían asumir. Se les dio a elegir: o cubres los acontecimientos desde Gaza o desde Jerusalén, pero si los cubres desde Gaza estás violando la ley israelí y no podrás volver a Jerusalén nunca más. Y nadie está dispuesto a poner en peligro sus 3.000 euros al mes y su estatus en una cómoda oficina de Jerusalén por ir a correr el riesgo de morir bajo las bombas en Gaza. Quienes nos quedamos a informar decidimos empotrarnos en ambulancias, porque era nuestra respuesta simbólica a ese periodismo de guerra en que los periodistas se empotran en los Ejércitos. Mientras, los periodistas oficiales estaban empotrados en la valla de la frontera llamándonos para saber qué pasaba, pues lo único que tenían era el parte de guerra que les daba la censura militar israelí. Mientras yo veía cómo prendían fuego a la comida, la noticia de Israel era: “Se han abierto los pasos fronterizos para la entrada de ayuda humanitaria”. Además, había unos 25 periodistas locales, de los que murieron cuatro en acto de trabajo y uno cuando bombardearon su casa. Los periodistas palestinos tienen esa doble dimensión de periodistas y víctimas, y nos pedían que nos quedáramos porque el mundo no les daba credibilidad por su calidad de palestinos.

D.: ¿Cuál era la relación entre las diferentes organizaciones palestinas? ¿Se formó una resistencia unida? ¿Y cuál era el sentir de la población? A. A.: Hamás es una organización armada metida a organización política, que tiene apenas dos años de experiencia política en un contexto de bloqueo mundial contra ellos, por tanto no tiene ni cultura democrática ni cultura política. Al-Fatah es una organización política que durante muchos años ha cometido muchos errores no sólo de corrupción, sino también en el ámbito de los derechos humanos… Tanto Al- Fatah en su día como ahora Hamás tienen un comportamiento interno, con la población y entre ellos, que deja mucho que desear y que impide la unidad nacional palestina, que es un punto básico para que Palestina pueda avanzar. En cuanto a los palestinos, como cualquier población en un contexto de agresión externa, tienden a cerrar filas en torno a quien les defiende:

Hamás. Aunque hay fuertes críticas en torno al modo de resistencia usado, pues se considera que no es inteligente, y también hay críticas porque Hamás, al contrario que Hezbolá en Líbano, no tiene la capacidad de responder al sufrimiento de los civiles, porque no tiene organización ni medios.

D.: Y ahora que llega de nuevo el momento de la reconstrucción, ¿qué perspectivas hay para Gaza?
A. A.: La comunidad internacional, empezando por la UE y España, pretenden convertir el problema de Gaza en un problema humanitario, lo cual no se dirige a la raíz del conflicto, que es la ocupación y el cierre perimetral. En segundo lugar, no hay visos de reconciliación interna; y todo indica que en Israel van a ganar los halcones… Así es que yo creo que Gaza va a ser cada vez más asfixiada, la población civil cada vez va a sufrir más...

D.: Has dicho que no esperas nada de los gobiernos. ¿Qué se puede esperar de la población civil?
A. A.: Creo que la inculpación legal por crímenes de guerra en el marco de la violación de las convenciones de Ginebra contra Israel es algo evidente como nunca lo ha sido antes, y está habiendo avances. Además, la campaña de boicot, desinversiones y sanciones a Israel lanzada por la población palestina hace tres años está dando ya pasos de gigante. Y creo que tanto la sociedad civil a través de la campaña de boicot como los expertos a través de la aplicación de la jurisdicción penal internacional acabarán haciendo que los gobiernos le paren los pies a Israel. Como ciudadanos y como organizaciones debemos estudiar cómo aplicar la campaña de boicot. El Ayuntamiento de Estocolmo ha cancelado su contrato de transporte público con Veolia, compañía que construye el tranvía de Jerusalén. Bilbao, Valencia y Barcelona tienen concesiones con Veolia. Ahí hay que presionar, porque la cancelación de un contrato puede hacerle perder millones de euros, para que sepa que debe dejar de colaborar con el régimen israelí. Están pasando cosas y es nuestra obligación empujar en esa dirección

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