jueves, 15 de enero de 2009

MASACRE EN GAZA CON ELECCIONES DE FONDO.

FUENTES NOTICIA ANTERIOR Y LA ACTUAL :
PERIÓDICO DIAGONAL DIGITAL. Número 93. Del 8 al 21 de enero de 2009


LA UE Y LOS PAÍSES ÁRABES DAN LA ESPALDA A LA POBLACIÓN DE GAZA
MIENTRAS EE UU CULPA SÓLO A HAMÁS.

Masacre en Gaza con elecciones de fondo.

Carmen Lloveres / Madrid


A un mes de sus elecciones generales, Israel inició su mayor ofensiva militar contra Gaza, provocando una auténtica masacre. Lejos de cumplir su objetivo, la operación puede reforzar al movimiento de Hamás.

Al cierre de esta edición, Israel había causado la muerte de más de 500 palestinos en Gaza. La operación responde a un cálculo político que Israel llevaba orquestando desde hacía tiempo, antes incluso de la declaración de Hamás de que no renovaría la tregua con Israel. Posiblemente, la envergadura del ataque contra la población palestina de Gaza no hubiera sido igual sin que antes, la administración israelí, no se hubiera asegurado cierto consentimiento por parte de los regímenes árabes que han reconocido al Estado hebreo.

A raíz de una visita oficial a Egipto de la ministra de Exteriores israelí, Tzipi Livni, el pasado 25 de diciembre, el corresponsal de la BBC en El Cairo declaraba: “Según un informe, Mubarak no se opondría con mucha fuerza si Israel decidiera lanzar una ofensiva militar en Gaza”. Lo que responde al enfado del presidente egipcio, Hosni Mubarak, con Hamás por haberle torpedeado el proceso de reconciliación entre los dos grupos palestinos, el movimiento islámico y Fatah, que se había propuesto llevar a cabo. También el régimen jordano llevaba tiempo manifestándose a favor de una intervención para derrocar a Hamás, ante el miedo de que la influencia del movimiento se extendiera hasta Jordania.

Ambiente preelectoral.

A la actitud condescendiente de ciertos regímenes árabes se ha sumado el momento preelectoral israelí. La campaña entre los dos candidatos principales, Tzipi Livi, por el partido Kadima, y Benjamín Netanyahu, líder del Likud, se fue convirtiendo en una competición a ver cuál de los candidatos llegaría más lejos en el uso de la fuerza contra los palestinos. Al partido laborista del actual Gobierno de Ehud Olmert le queda un mes de vida y las encuestas predicen el peor resultado electoral en su historia. El candidato laborista a las elecciones legislativas del 10 de febrero y actual ministro de Defensa, Ehud Barak, ha lanzado su órdago electoral, ‘Operación Plomo Fundido’ (nombre elegido por el Ejército israelí para designar el ataque contra Gaza), para intentar salvar la debacle.

En cuanto al tablero internacional, Israel cuenta, como siempre, con carta blanca para saltarse resoluciones de Naciones Unidas, ignorar sistemáticamente las demandas europeas (incluida la tímida proposición del presidente francés, Nicolas Sarkozy, de que Israel “conceda” un tregua de 48 horas para permitir la ayuda humanitaria) y obtener el apoyo incondicional estadounidense. Sabe muy bien jugar su baza de legítima defensa ante “un grupo terrorista” catalogado como tal por EE UU y la UE, obviando el principio de proporcionalidad recogido en el capítulo VII de la Carta Fundacional de las Naciones Unidas que regula el uso de la fuerza en las relaciones internacionales.

Los números no son triviales: en ocho años, las víctimas causadas por el lanzamiento de cohetes qassam desde la Franja han ascendido a 17. Desde que Israel inició el ata- que sobre Gaza, han provocado dos víctimas mortales más en Israel. Los muertos palestinos en siete días de ataque superan los 500, mientras que los heridos son más de 2.200. El ambiente internacional favorable a la estrategia militar de Israel se ha visto reforzado con el cambio de administración en Estados Unidos. Ante la duda de que la intervención estadounidense en Oriente Medio pudiese virar un mínimo con la llegada del nuevo presidente, Barak Obama, Israel ha lanzado un claro mensaje. Y le ha funcionado, pues Obama no ha manifestado ni el mínimo repudio a la acción israelí.

Lo que es más dudoso es que vaya a funcionar la estrategia de aniquilar a Hamás. No es la primera vez que Israel despliega su poderío militar para acabar con los grupos de resistencia contra la ocupación, curiosamente, siempre coincidiendo con momentos de crisis en la política interna israelí. Fracasó en su intento de destruir a la OLP cuando tenía su base en Beirut, mediante la invasión al Líbano entre el 6 junio y el 21 de agosto de 1982, dirigida por Ariel Sharon. La invasión se saldó con 23.500 muertos palestinos y libaneses. Tampoco pudo acabar con el movimiento chiíta Hezbolá en el verano de 2006, cuando lanzó un ataque aéreo, marítimo y terrestre en territorio libanés como represalia al secuestro de dos soldados israelíes, pero mató a 1.187 libaneses. Como afirma Mariano Aguirre, director de la Fundación FRIDE, en un artículo publicado el 29 diciembre, “el grave problema es que olvidan [Israel], por un lado, que Hamás, como Hezbollah, tiene un gran apoyo social y, por otro, el factor nacionalista frente a la ocupación en Palestina. Cuanta más opresión ejerza, más muros erija y ataques organice Israel, más odio y resistencia generará dentro y fuera de Gaza”.


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COLAPSO EN LAS INSTITUCIONES PALESTINAS

“Los palestinos quieren construir su casa con la ayuda de un arquitecto que, sin embargo, desde años no hace sino tirársela abajo. Les acusa de no estar siguiendo los planos o de usar materiales de baja calidad. Incluso cuando han seguido todas las instrucciones, simplemente alega que no le gusta el resultado”. Por una vez el arquitecto no es sólo Israel, sino también la ‘comunidad internacional’. Con esta metáfora explica Keir Prince, analista del Carnegie Endowment, la encrucijada de la construcción de las instituciones en Palestina. El más claro ejemplo es cómo la ‘comunidad internacional’, representada por el Cuarteto (EE UU, UE, ONU y Rusia) ha utilizado las elecciones democráticas en Palestina como condicionante para alcanzar una acuerdo de paz.

Cuando Yasser Arafat ocupaba el cargo de presidente de la Autoridad Nacional Palestina, a pesar de contar con todo el respaldo de los palestinos, la presión internacional condicionó el proceso de paz a la celebración de elecciones que, además, dieran a un primer ministro electo, un peso similar al del presidente. Desde la llegada al poder de Hamás en 2006, mediante unas elecciones democráticas avaladas por EE UU y la UE, el papel del primer ministro, Ismael Haniya, fue ultrajado hasta llegar a la escisión del Gobierno palestino entre Gaza y Cisjordania en Junio de 2007. A partir de entonces, poco importó que Salam Fayyad (miembro del equipo de negociaciones de la OLP y muy bien visto por el Cuarteto) ocupara el cargo de primer ministro en Cisjordania sin haber pasado por las urnas.

Este 9 de enero expira el mandato del actual presidente de la ANP, Mahmoud Abbas. A partir de entonces su cargo será ilegítimo. Técnicamente, el único cargo refrendado por la voluntad popular que quedaría en pie es el de Ismael Haniya en Gaza, quien antes del ataque israelí ya había anunciado que no reconocería la autoridad de Abbas como presidente.

La Autoridad Nacional Palestina va a quedar vacía de toda legitimidad democrática, pero mientras Hamás siga siendo un actor relevante, la celebración de elecciones está sujeta a un impasse insalvable. Ya nadie cree en la utilidad de llevar a cabo elecciones mientras exista la posibilidad de que vuelva a ganar Hamás, lo que llevaría a un inexorable aislamiento, al establecimiento de sanciones internacionales y al bloqueo total por parte de Israel, como sucedió con su anterior victoria. La otra opción, la exclusión de Hamás, vaciarían de legitimidad al ganador porque toda Gaza, un millón y medio de palestinos, habría quedado al margen de los comicios.


OTRAS MATANZAS ISRAELÍES.

SABRA Y SHATILA.

En tres días (16, 17 y 18 de septiembre de 1982), las milicias maronitas libanesas, con el apoyo del ejercito israelí dirigido por Ariel Sharon, perpetraron la masacre de Sabra y Shatila, dos campos de refugiados en Líbano. El número de muertos registrado fue de 3.750, la mayoría civiles.

UVAS DE LA IRA.

En abril de 1996, la aviación israelí bombardeó el sur del Líbano, causando la matanza del campo de refugiados de Qana, con 106 civiles muertos. La operación fue reconocida como un intento de Simón Peres para ganarse la opinión pública israelí en un momento de descrédito del político.

RECOMPENSA JUSTA.

Con el objetivo declarado de acabar con Hezbollah, Israel lanzó una ofensiva militar en el verano de 2006, la II Guerra del Líbano, que causó 1.187 muertos, 4.000 heridos, y 250.000 desplazados. Israel no pudo acabar con la guerrilla, quien se consideró el vencedor de la contienda.

OPERACIONES MILITARES EN GAZA.

‘Días de Penitencia’, en septiembre de 2004, lanzada por Israel en represalia de la muerte de dos israelíes, acabó con la vida de 107 palestinos. ‘Lluvias de Verano’, en junio de 2006, para liberar al soldado israelí Guilad Shalit, causó 165 muertos civiles palestinos en un mes.

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